“Sr. Arzobispo: Ud. se confiesa obispo y pastor de ‘todos los navarros’. Y tiene razón. En los tres años que lleva en la diócesis ¿cuántas veces ha visitado a todas las personas y comunidades cristianas, que le han sido encomendadas? ¿Sabe que también hay feligreses necesitados en otros valles y lugares de la diócesis que aún no ha visitado?”

Ser el obispo y pastor «de todos los navarros» es una expresión que recoge el valor universal de la Iglesia. Pero en rigor, por desgracia, no es así, puesto que hay muchos navarros que no son católicos. Entre nosotros conviven miembros de otras religiones cristianas y no cristianas. Soy el obispo de todos los fieles cristianos, católicos, que pertenecen a esta Diócesis de Pamplona y Tudela y por extensión soy también obispo para todos aunque no sean cristianos o no sean creyentes puesto que la acogida tiene como raíz y fundamento la caridad que mueve a la Iglesia para proponer el evangelio como camino de vida y salvación.

Es imposible hacer una estadística real sobre esta pregunta. Ahora no sería capaz de contabilizar el número de parroquias y las veces que he estado en cada una. Con tres años de ministerio episcopal en esta diócesis, es materialmente imposible, que haya podido visitar todas las parroquias. Quisiera conocer ya a todos y cada uno de mis diocesanos, pero el arzobispo no es un superhombre que lo puede todo milagrosamente. Que el obispo pueda visitar todas las comunidades cristianas depende de varios factores, uno de ellos es el tiempo y otro los imprevistos que a veces llegan de inmediato: viajes a Roma, a Madrid o a otros lugares.

Las obligaciones y deberes de un obispo son numerosísimas. Aunque no haya visitado a todos, todas las acciones del ministerio, comenzando por mis oraciones y súplicas a las que debo dedicar una parte del día, son por y para todos los fieles de la diócesis. Además, muchas veces ocurre que «el hombre propone y Dios dispone»; los proyectos y la agenda sucumben a los acontecimientos que sobrevienen.

En algunas ocasiones he estado presente repetidamente en algún lugar porque las circunstancias así lo exigían. Además muchas de mis visitas han sido propiciadas por la encarecida invitación de la comunidad o grupo donde algún cristiano, religioso, religiosa o sacerdote me lo ha solicitado. En otras ocasiones he sido yo mismo el que he propiciado el encuentro con las parroquias o grupos diocesanos.

No obstante, el deseo de mi corazón de obispo es, tal y como la Iglesia nos lo pide, poder visitar todas y cada una de las parroquias que me han sido confiadas. Éste es el sentido de la visita pastoral que el derecho canónico nos dice que debemos hacer. Cada cinco años hemos de visitar toda la Diócesis. Como hice presente en una respuesta anterior, el día 13 de este mes he dado comienzo a la visita pastoral, comenzando por la zona pastoral de la Ribera.

Me alegra enormemente saber que los diocesanos navarros están deseosos de una presencia cercana de Jesús, el Buen Pastor, a quien represento como vicario suyo y sucesor de los apóstoles y quiero anunciar con mis palabras, mis gestos y mi testimonio. Reitero mi deseo ferviente de poder estar presente en todas y cada una de las comunidades que conforman esta Iglesia de Pamplona y Tudela a quien quiero servir lo mejor posible en la medida que mis pobres fuerzas me lo permitan y siempre muy asistido con la gracia divina. o

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