Torun, Poland, May 10, 2022: Inside the Sanctuary of the Blessed Virgin Mary, Star of the New Evangelization and St. John Paul II in Torun. A painting depicting the crucifixion of Jesus.

Todos deseamos un futuro mejor y que todo se desarrolle con normalidad y con todos los bienes posibles. Pero sucede que la vida tiene sus vaivenes y tan pronto todo va bien como suceden acontecimientos impregnados de dolor y sufrimiento. Entonces se pueden dar dos soluciones: ser positivos o ser negativos. Ver la vida en su lado claro y en su lado oscuro; esto es muy importante para madurar humanamente y espiritualmente. Uso una metáfora: Dios nos regala una moneda que tiene su cara y su cruz. Es el mismo amor, como la moneda, pero hay momentos de esplendor y momentos de dolor. Al final sólo quedará el amor que hayamos vivido en “esta moneda del amor” con su cara y con su cruz. Nos sentiremos más fuertes, puesto que los dos “lados de la moneda” se sustentan en el amor que permanecerá posteriormente en la eternidad. “Es un buen ejercicio éste de decirse a uno mismo –comenta el Papa Francisco-: Dios me ama. ¿Pero en este momento horrible? Dios me ama. ¿Y a mí que he hecho esto o aquello? Dios me ama. Esa seguridad no nos la quita nadie” (Audiencia General, 15 de Febrero 2017).
La esperanza nunca defrauda y no defrauda puesto que es lo más auténtico y que nunca se queda en la finitud sino que es la puerta abierta hacia lo que nunca muere: la eternidad. Las esperanzas son circunstanciales y expresan la tendencia humana a conseguir una situación deseada, pero que podrían no realizarse y transformarse en desilusión. En cambio la esperanza absoluta indica la tendencia a conseguir no esto o lo otro, sino el bien total, la plena realización del propio ser. A esta esperanza se refiere San Pablo cuando afirma: “Una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha regalado” (Rm 5, 5). Esta esperanza no defrauda porque no se basa en la debilidad humana ni en sus caminos cortos y limitados, sino que está garantizada por la acción de Dios. Por eso no puede fallar. Colma plenamente los anhelos del corazón humano y es tan segura que la sustenta Dios mismo.
El año 2017 el Papa Francisco visitó Colombia y beatificó varios mártires. Fue un encuentro de oración por la Reconciliación Nacional y se celebró en el Parque de las Malocas de Villavicencio. Se centró en la violencia que durante décadas fue como un cáncer para el país. Y hubo varias experiencias, una de ellas de la Señora Pastora Mira García que contó su historia, marcada de principio a fin por la violencia contra sus seres queridos. De niña, antes del conflicto ocasionado por la guerrilla, perdió a su padre en un asesinato, y años después cuidó al asesino, al encontrarlo anciano y abandonado. Tiempo después, fueron asesinados su primer esposo y dos de sus hijos, ambos a manos de los paramilitares. Se dio la circunstancia de que acogió, herido, al asesino de su hijo menor, quien al ver las fotos confesó formar parte del grupo que lo había matado. Y afirmó: Doy gracias a Dios que, con la ayuda de nuestra Madre María, me dio fuerzas de servirle sin causarle daño, a pesar de mi indecible dolor. Ahora coloco este dolor y el sufrimiento de las miles de víctimas de Colombia a los pies de Jesús Crucificado, para que se una al suyo y sea transformado en capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia de los últimos veinticinco años en Colombia.
Esta experiencia se puede entender cuando hay un amor mayor que supera el odio. La esperanza cristiana no se basa en las propias capacidades o en la fuerza de voluntad, ni tampoco depende de una decisión humana. Su fundamento es la experiencia del amor de Dios manifestado en la Cruz y con el signo vivo del perdón. Nuestra esperanza nace y vive como regalo de Cristo y comunión con Él, “quien fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación” (Rm 4, 25). No se entiende amar sin perdonar, van juntas y unidas. Este es el fundamento de toda esperanza, la esperanza que no defrauda. ❏

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