He viajado por muchas diócesis, he tenido que visitar muchos países, pero si hay una diócesis, una tierra, que tiene a la Virgen María esperando a sus hijos es Navarra. No hay ciudad, no hay pueblo de nuestra diócesis, por pequeño que sea, que no tenga una Virgen como patrona, como reclamo, o como mirada de esperanza. Y eso me llena de alegría, y agradezco a Dios el haber venido a esta tierra, pues soy mercedario, de una Orden religiosa fundada por la Virgen. Y Nuestra Madre es todo para mí.

En Navarra María te espera, sea en una ermita, o en una Iglesia, en el altar mayor o en un altar lateral, pero año tras año, siglo tras siglo ella no falta a la cita. He participado en alguna romería con un tiempo desapacible, allí se juntaron más de mil personas, entusiastas y alegres de ver a su Virgen, ella nunca falta a la cita. María es la fiel, que estuvo siempre cerca de su hijo Jesús, y que ha estado cerca de cada ciudadano de Navarra. Sí, he dicho ciudadano y no cristiano, porque María no distingue y acoge a todos. Como he comentado anteriormente, he tenido la oportunidad de participar en alguna romería y me he encontrado con personas que sin tener una vivencia profunda de la fe, “a la Virgen que no se la toquen”. María nos ve con ojos de madre, y esos ojos son de amor, de cariño y aceptación.

María es madre, y es madre de todos. Cuando vine a Pamplona, en mi ordenación sacerdotal el cardenal Mons. Juan José Omella dijo, “eres obispo de todos, creyentes y no creyentes”, María también es Madre de todos. Cuando María está al pie de la cruz, Jesús le dice al discípulo “Ahí tienes a tu Madre” (Jn. 19, 27), no dijo ahí tienes a la madre solo de los que creen, no especificó, porque María acoge a todos bajo su manto maternal. Y en todas las romerías marianas de nuestra querida Navarra, hay gente no de profunda vivencia religiosa, pero que siente que María es su madre. Esa es la grandeza de María, que es madre de todos, y lo sorprendente es que todos la ven como su madre.

Quiero aprovechar el comienzo del mes de mayo, también llamado el mes de María, para acercar la figura de nuestra Madre como cercana a nuestro pueblo. Alguien que está pendiente de cada uno de nosotros, como buena madre, así lo manifestó cuando visitó a su prima santa Isabel (Cf. 1, 40), o cuando estando en las bodas de Caná le dice a Jesús “no tienen vino” (Jn. 2, 3). O cuando nerviosa perdió a su hijo en la subida a Jerusalén (Cf. Lc. 2, 42). María es además de madre, mujer sensible, mujer cercana y mujer de detalles. Sigue esperándonos, sigue confiando en que vamos a acudir, como cada año, a visitarla en la romería del pueblo. Ella se conforma con un día, con ese día, el de la romería, porque María se adelanta para esperarnos.

María es la que hace comunidad, la que hace Iglesia, «Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos» (Hch. 1, 12-14). Ella fue capaz de congregar a los discípulos dispersos por el mundo, formando una comunidad. Una comunidad orante, una comunidad esperanzada. Cada año, en la romería, en torno a la ermita congrega a todos fieles y devotos de la Virgen, como hizo con los apóstoles. Y el Espíritu del Señor estaba con ella. Recibe el Espíritu Santo en la anunciación (Cf. Lc. 1, 35), también lo recibe en Pentecostés (Cf. Hch. 2, 2). María, la madre de Jesús y nuestra madre, está tocada por el Espíritu Santo. Dios la dotó de la fuerza que da su Espíritu, por eso tuvo la fuerza de unir a la Iglesia y enviarla a evangelizar.

Queridos hermanos y hermanas que peregrináis en Navarra. Comenzamos un tiempo de peregrinaciones, de visita a la Virgen, a nuestra Madre. Ella nos espera, abre sus brazos para acogernos como madre, en la ermita de nuestro pueblo, en la parroquia. ¡No la dejes sola! ¡No la abandones! ¿Sabes cuánto tiempo lleva en la ermita de tu pueblo? Ella no fallará, te espera, confía en que vas a ir. ¿Te has preguntado qué siente la Virgen cuando un año no vas a la romería, a visitarla?

Ella te espera, un año, y otro año…no lo olvides.

 

 + Florencio Roselló Avellana O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Tudela

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