Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio, el pasado 22 de mayo, en el Convento de los Agustinos Recoletos de Marcilla, con motivo de la fiesta de Santa Rita de Casia.

Queridos hermanos agustinos, querida Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta, queridos hermanos y hermanas. Hoy nos llama a la fiesta, en Marcilla, Santa Rita. Nos convoca una mujer, luchadora, emprendedora, ejemplo de tesón. Una mujer que se fio siempre de Dios. Una mujer que nunca tuvo un reproche para con Dios cuando la vida no le fue bien, y tuvo momentos de prueba y dificultad. Una santa que como María siempre respondió a Dios, “hágase tu voluntad y no la mía”.

Una mujer, que como todos nosotros tenía un sueño, ser religiosa agustina recoleta, pero que sus padres le mostraron otro camino, y es que formase una familia. Mujer de fe, obediente, no le llevó a rebelarse contra sus padres ni abandonar a Dios, sino que desde la nueva vida de matrimonio que inició con Paolo, quiso que Dios estuviese presente en su vida y en su matrimonio. Aunque sí estuvo Dios en esa unión, no fue como ella soñó. Una mujer adelantada de su tiempo, en cuento a dolor y sufrimiento se refiere. Ella sufre malos tratos de su marido, sufre violencia de género. Hoy su marido hubiese sido uno de los muchos presos que ingresan en prisión por violencia contra la mujer.

La primera lectura del libro de los proverbios, nos refleja la lucha de Santa Rita por encontrarse con el Señor. Nos habla la lectura de que para alcanzar el conocimiento de Dios hay que “aceptar las palabras de Dios”, “invocar el entendimiento” y “buscarlo como un tesoro”. Eso es lo que hizo Santa Rita ya desde pequeña, cuando quiso entrar en el convento, pero no pudo, ofreció su vida a Dios, y al final logró abrazar la Vida Religiosa. Es decir, Dios exige una actitud activa, nunca pasiva, por eso al final Santa Rita se encontró con el Señor cuando entró en el convento de las agustinas. Dios nos pide movimiento, actitud positiva, compromiso, como nos habla el libro de los proverbios. El encuentro con el Señor no nos viene dado porque sí, sino si de verdad lo buscamos y luchamos por él, se nos va a dar nada por añadidura.

La segunda lectura de San Pablo a los romanos refleja muy claramente la vida de Santa Rita antes de entrar a la vida religiosa. Fue puesta a prueba, primero por sus padres que no la dejaron entrar en el convento y la obligaron a casarse. Posteriormente la prueba vino por medio de su esposo, que la maltrataba y la humillaba, motivado por problemas del juego y la bebida. Y finalmente la prueba se la pusieron sus hijos cuando estos querían vengar el asesinato de su padre. Pero aún tuvo que pasar una última prueba, y es que cuando pensaba que todo estaba claro, a la muerte de su marido y sus hijos quiso entrar en el convento de las agustinas, pero al haber estado casada, las religiosas no la dejaron entrar.

Ella todo lo ponía en manos de Dios. Como nos dice San Pablo en la segunda lectura “sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo”, nunca un reproche para con sus padres que no la dejaban cumplir su sueño. Ni una mala palabra para con su marido Paolo que la maltrataba, siempre lo ponía ante el Señor a través de la oración. Y de manera especial fue puesta a prueba por sus dos hijos, que querían vengar la muerte de su padre y eso iba a traer la ruina para ellos y para toda la familia. Santa Rita recordaba lo que decía San Pablo a los romanos “No devolváis mal por mal”, por eso con mucho dolor de corazón, pidió a Dios que se llevase a sus hijos. Y Dios, que escucha la oración intensa y confiada, se los llevó con él. Santa Rita, a pesar de ser madre, y lo que supone perder a un hijo, dio gracias a Dios por evitar complicaciones mayores. Santa Rita hizo suyo lo que nos ha dicho San Pablo en la segunda lectura “No te dejes vencer por el mal, vence al mal a fuerza de bien”.

Santa Rita de Casia es el sarmiento modelo, el sarmiento que lucha por permanecer junto a la vid que es Jesús, como nos habla el evangelio. Toda su vida fue una constante de permanecer en presencia de Dios, en aceptar su voluntad, que en varias ocasiones iba en contra de lo que la propia santa Rita deseaba. Había motivos para abandonar, para emprender una nueva vida, un nuevo rumbo, cuando en su vida todo eran negativas, y ella fue siempre fiel a Dios. Tenía motivos humanos para abandonar el seguimiento de Jesús. Pero para ella ese permanecer como sarmiento junto a la vid es lo que le dio fuerza para vivir una vida de amor, primero con sus padres, con su esposo, aunque la maltratase y sus hijos. Siempre fue fiel a lo que Dios le pidió, aunque ella hubiese deseado otra cosa, como era abrazar la vida religiosa, desde muy joven.

Al final, después de mucha oración ante el Señor, Santa Rita logra entrar en el convento de las agustinas recoletas. Invocando a los tres santos a los que profesaba especial devoción: San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan Bautista. Logra su gran sueño, ya desde niña, ser religiosa, e ingresa en el Monasterio de Santa María de Cascia, profesando ese mismo año de 1417. Monasterio en el cual viviría 40 años de consagración al Señor.

Su vida estuvo acompañada de dolor, de pasión. Pidió, tras un sermón que escuchó de un predicador en Cuaresma vivir con intensidad la pasión de Cristo, asociarse a los sufrimientos de su Señor.  Por eso recibió los estigmas y las marcas de la corona de espinas en su cabeza. A Santa Rita se la presenta con una espina en su cabeza, de la que brota sangre. Quería asemejarse en todo a la pasión de Cristo. Tanto en las pruebas como en el dolor.

Santa Rita de Casia me evoca varias reflexiones:

  1. Mujer obediente. Siempre aceptó la voluntad de Dios. Aceptó el plan que Dios tenía para su vida, que no era el que ella misma había pensado.
  2. Mujer de oración. En un tramo importante de su vida todo fueron negativas a sus sueños. No a la vida religiosa y casarse. No a abandonar a su marido y rezar por él hasta que se convierte. No a ingresar en el convento. Una oración muy dura por sus hijos, que prefiere que Dios se los lleve a que se metan en problemas.
  3. Mujer de fe. A pesar de todas las contrariedades que la vida le iba dando, Santa Rita siempre confió en Dios, y al final le premió con el ingreso en el monasterio de las agustinas.
  4. Mujer asociada al sufrimiento de Jesús. Vio tanto el dolor de Jesús en la cruz, que pidió participar en la Pasión de Cristo. Es por ello que ella recibió una espina de la corona de espinas para experimentar el dolor de Jesús en su propio cuerpo.
  5. Mujer de esperanza. Nunca desesperó, nunca abandonó sus sueños y proyectos, sabiendo que Dios no le iba a fallar.

Como Santa Rita de Casia, cuatro mujeres de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta celebran sus bodas de oro en la Fraternidad. Mujeres constantes, mujeres perseverantes y mujeres fieles. La imagen de Santa Rita ha hecho, que estas cuatro mujeres    se mantengan fieles a la Fraternidad. Que Santa Rita, y sobre todo Dios, os premie vuestra perseverancia y fidelidad.

 

+ Florencio Roselló Avellanas, O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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