Traslado de los restos de Educardo Ortíz de Landázuri y Laura Busca Otaegui

Homilía pronunciado por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 31 de mayo, en la Clínica Universitaria de Navarra, con motivo del traslado de los restos de Eduardo Ortíz y Laura Busca.

 

Queridos hermanos concelebrantes, querida familia de Eduardo Ortíz y Laura Busca, queridos hermanos todos que nos hemos congregado esta tarde.

Estamos asistiendo a un momento histórico y de fe. Momento histórico porque estamos trasladando los restos mortales de Eduardo Ortiz de Landázuri y de Laura Busca Otaegui a esta Clínica Universitaria de Navarra (CUN) que los acoge como una “vuelta a casa”, pues su vida estuvo muy vinculada a esta clínica.  Por otro lado, es un momento fuerte de fe, porque los aquí presentes estamos convencidos de la santidad de Eduardo y Laurita. Estamos esperando que Roma los acoja en el seno de los santos. Su vida así nos lo confirma. No sabemos cuándo será ese momento, porque somos conscientes que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. Pero nuestra certeza de santidad nos hace estar hoy presentes en esta ceremonia. Además, nos hace elevar oraciones al Padre por esta causa y por su pronta beatificación.

He leído varias reseñas que algunos de los presentes me habéis hecho llegar, entre ellas, una discípula de Eduardo Ortiz me ha regalado el libro de Esteban López-Escobar y Pedro Lozano titulado “Eduardo Ortiz de Landázuri”, que me han iluminado para este momento. Me uno a la primera lectura del libro del apocalipsis. Eduardo Ortiz de Landazuri y Laurita Busca, “han muerto en el Señor” Connota alguna acción y exhortación de acuerdo a la voluntad de Dios (Col 3:18; Efe 6:1) . En este sentido, los “bienaventurados” mueren “en el Señor”, porque tienen una relación íntima con Él, confían en su soberanía y descansan con la plena seguridad de que recibirán la vida eterna. Estamos convencidos que Eduardo y Laura ya han recibido la vida eterna, pero nosotros queremos que reciban también la corona de santidad. Ellos han experimentado la felicidad en Cristo mientras están vivos, y se regocijan porque, al fenecer, saben que han de resucitar y morar con el Señor por siempre. Para ellos, la muerte es ganancia (Fil 1:21). Eduardo y Laurita están disfrutando ya de esa ganancia. Hoy son felices junto al Padre.

Por lo tanto, de Eduardo y Laura puedo decir en voz alta, “Bienaventurados”. Toda su vida fue para gloria del Señor, nada para ellos. Por su vida personal, por sus méritos profesionales, por sus posibilidades económicas, podían haber construido una vida para ellos, para sus hijos, para su familia al margen de Dios. Una vida con seguridad económica y de confort. De prestigio personal y académico. Pero no, su objetivo, su centro, fue todo “para gloria de Dios”. Por eso en la lectura que hemos escuchado se invita a quien ha entregado su vida en cuerpo y alma al Señor, a que “descansen de sus fatigas”. Unas fatigas que estuvieron marcadas por enfermedades dolorosas hasta su muerte. Eduardo tuvo que soportar un “largo y doloroso proceso cancerígeno que lo llevó cristianamente” hasta su muerte el 20 de mayo de 1985. Laurita, desde los años cincuenta sufrió una dolorosa enfermedad que la llevó a la muerte el 11 de octubre del año 2.000. Tuvo que sufrir una dolorosa enfermedad de espalda que le acompañará toda su vida, sin perder la sonrisa.

Eduardo y Laurita pueden decir, que esta bienaventuranza presenta el testimonio que se contará de este matrimonio, que está envuelto en fama de santidad. Sus “obras” siguen, y sirven de ejemplo de fidelidad y perseverancia. Es “un testimonio en cuanto a la lealtad a Jesús para el juicio final”.

La vida de D. Eduardo fue una prueba constante. Hizo la guerra como médico en el bando republicano. Tenía un pasado socialista, así que tuvo que pasar un proceso de depuración. Era lógico que no se fiasen de él. Fue encarcelado en varias ocasiones, cuando fue a visitar a su padre, también encarcelado en 1936, y luego a comienzos de 1938, cuando fue acusado de un complot en telefónica. En el libro se cuenta con mucha ligereza el encarcelamiento, pero para mí, después de trabajar más de treinta años en prisiones, tiene un gran peso en el proceso de beatificación y santidad. Encarcelar es vivir otra experiencia, otra vida, es otro mundo. Después de la guerra trabajó varios años como médico en las prisiones de Madrid, atendiendo con exquisita delicadeza cuantos enfermos le presentaban, la mayor parte del bando republicano. Su caridad no distinguía siglas políticas. Atendió a todos por igual. Recibió la Cruz de Sanidad a nivel nacional, por sus buenos oficios de médico en prisiones. En los años previos a la guerra civil, la fe de Eduardo Ortíz ya estaba consolidada, y en esa época conoce a Laurita Busca, a quien ayuda a superar una crisis de fe en sus años universitarios.

Eduardo Ortiz de Landázuri trabajó durante varios años como médico de prisiones. Ello le llevó a trabajar el tema de la desnutrición de la gente que estaba en prisión en la época de guerra y años posteriores, que en estos años, la mayor gente presa sería del bando republicano. Sobre este tema hizo la tesis doctoral que llevaba por título “Enfermedad de desnutrición (observaciones de masas de población mal alimentadas). Se refiere a la población reclusa de España. La tesis fue presentada el 20 de diciembre de 1944. La nota de la tesis la calificaron de sobresaliente, que era la nota más alta en aquella época.

Eduardo y Laurita un matrimonio abierto a la vida, dando a luz a siete hijos, con los que construyeron un hogar cristiano y mediante el cual intentaban santificar su vida. Un hogar que tiene la protección de la Virgen María, pues contrajeron matrimonio el 17 de junio de 1941 en el santuario de Aránzazu, en San Sebastián. La Virgen María iba tejiendo y cuidando también su matrimonio y el de sus hijos. Laurita Busca poseía gran temperamento, y era una mujer magnánima. Gracias a su formación recibida y la vida espiritual que llevaba, supo responder a lo que Dios le pedía, como era buscar la santidad a través de la vida y los quehaceres de cada día.  Esta fuerte vida espiritual le llevó a ingresar en el Opus Dei, como supernumeraria, el 8 de enero de 1953, un año después que su esposo Eduardo. Hasta en esto compartían la vida en común del matrimonio, ingresaron en la Obra de Dios tan solo con un año de diferencia.

Como los discípulos de Jesús, Eduardo, recibió la llamada de Dios, y en 1952, le pide más, es una llamada evangélica. Siendo Catedrático de Patología en la Universidad de Granada aceptó la llamada de Dios como supernumerario del Opus Dei. Es el Señor quien le llamó a santificar su vida a través de la obra de Dios. Desde entonces, parece que encontró sentido a su vida y a su saber científico y se genera una ilusión en su vida por santificarse en el desarrollo de la vida conyugal, familiar y profesional. A partir de ahí su vida cambia. Unos años después, en 1957, demuestra que es un hombre de fe y tomó la determinación de aceptar la invitación de San Josemaría para trasladarse a la incipiente Universidad de Pamplona. Era una apuesta arriesgada, abandonar la seguridad de la Cátedra de Granada por una “aventura en Pamplona”, un proyecto incierto, pero Eduardo, hombre emprendedor, hombre de fe, colabora en poner en marcha la Facultad de medicina en la Universidad de Navarras. Se pone en manos de Dios, aceptó el reto y hoy es recordado como un gran impulsador de la Universidad de Navarra y de la Facultad de medicina.

El 11 de diciembre de 1998, cumplidos los trámites necesarios, el Arzobispo de Pamplona, D. Fernando Sebastián, decretó la Introducción de la Causa de Canonización de D. Eduardo Ortiz de Landázuri. Ese día tuvo lugar la Primera sesión del Proceso diocesano de su vida, virtudes y fama de santidad. Su esposa Laurita asistió a ese momento y, poco tiempo después pudo testificar en el Proceso. La investigación diocesana terminó el 28 de mayo de 2022. Obtenido el Decreto de validez del proceso, se preparó la Positio que se entregó en el Dicasterio de las Causas de los Santos en 2007. La Causa de Laurita Busca se clausuró en el Arzobispado de Pamplona y Tudela en 2015. Obteniendo el Decreto de validez del proceso, se preparó la Positio que se entregó en el Dicasterio de las Causas de los Santos en 2020.

Dejaremos hoy los restos de Eduardo y Laurita en esta clínica universitaria de Pamplona. Quedarán expuestos para que podamos acudir a rezar a este lugar recogido y silencioso. Elevaremos nuestras oraciones a través de Eduardo y Laura para que Dios nos asista en nuestras preocupaciones y necesidades espirituales y materiales. Tenemos dos intercesores más ante el Padre. Confiamos que este traslado de los restos de Eduardo y Laurita nos ayuden a acercarnos más a Dios y a interceder por todos nosotros. Los tenemos cerca, accesibles, que aprovechemos la cercanía de este matrimonio, que muchos de nosotros estamos convencidos de su vida de santidad. Hoy Eduardo y Laurita son bienaventurados, tal y como nos relataba la Palabra de Dios. Pero sobre todo lo son porque han vivido con pasión y entrega las bienaventuranzas, que siempre buscaron la atención al pobre tanto a nivel material como espiritual.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

 

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