Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 17 de mayo, en el Santuario de San Miguel de Aralar, con motivo de un encuentro de jóvenes de la Diócesis.
Hoy celebramos a san Miguel de Aralar, el gran defensor, el ángel que lucha por nosotros. No es un personaje lejano ni figura de leyenda antigua. San Miguel es un personaje bíblico cuyo nombre significa «¿quién es como Dios?». Es el líder de las huestes celestiales y a menudo se le representa como un guerrero angélico que lucha contra el mal y protege a los fieles. Es, más bien, un símbolo profundo de lo que todos nosotros estamos llamados a ser: defensores del bien, mensajeros de esperanza y valientes guerreros espirituales.
En la lectura del libro del Apocalipsis, escuchamos cómo Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, símbolo del mal, la mentira, la injusticia. Aunque hoy no veamos dragones con los ojos, sí los reconocemos con el corazón: el egoísmo, la violencia, la desesperanza, la indiferencia ante el sufrimiento. Vosotros, jóvenes, estáis en ese mismo campo de batalla. Cada vez que defendéis a un amigo, cada vez que decís la verdad cuando es más fácil callar, que ayudáis al que se siente solo, estáis participando en la misma lucha de san Miguel.
A veces vemos que mantenerse fiel, que luchar contra el mal en el mundo, que presentarse ante los demás como creyente no es fácil. Pero Dios no nos deja solos en esta misión. Nos da su espíritu, su palabra, su comunidad. Y nos da a san Miguel, no como una figura decorativa, sino como un compañero, un guía, un defensor. Él representa lo que tú puedes llegar a ser: alguien que se mantiene firme, aunque todo a su alrededor se tambalee. San Miguel nos protege desde aquí y nos visita todos los años en muchos rincones de Navarra. ¿Para qué esas visitas a casas, instituciones, parroquias, colegios y entidades? Para trasladarnos su protección y su compañía, para darnos seguridad de que san Miguel está con nosotros, en nuestra casa y en nuestros ambientes.
Muchos de vosotros enfrentáis dudas, presiones, búsquedas… Y eso está bien. San Miguel también luchó. Pero lo hizo con confianza en Dios, no por orgullo propio. Al final, teniendo a Dios detrás, san Miguel venció. ¿Qué significa luchar hoy?
- Significa decir “no” a lo que te arrastra hacia abajo.
- Significa distinguir el bien del mal.
- Significa proteger al que no tiene voz.
- Significa tender puentes, derribar muros, que nos ha dicho tanto el papa Francisco como León XIV.
- Significa orar, aunque parezca que no sirve de nada.
- Significa ser tú mismo, sin máscaras, sin doble vida.
- Significa estar convencido “de que el mal no vencerá” (León XIV).
Queridos jóvenes, el mal existe, el mal nos acecha, y en este santuario de San Miguel de Aralar se ha hecho presente por dos veces y no han podido con este santuario. Digo por dos veces porque este santuario ha sido atacado en dos ocasiones en el último curso. A finales de octubre, el día 26, la puerta de este santuario fue quemada por la noche, entró el humo dentro de la iglesia, pero no pudieron con ella. Decía la noticia: “Desconocidos prendieron fuego al acceso principal en la madrugada de este sábado y pintaron la estrella de David y la palabra ‘Jude’”. Unos devotos del santuario se han comprometido a hacer unas puertas nuevas y donarlas al santuario gratuitamente. El segundo ataque sufrido por el santuario, el pasado 2 de abril, fue la vandalización de dos de las tres cruces de la subida, y que hoy precisamente las vamos a restaurar y bendecir. Dos ataques a san Miguel, pero no han podido, estamos aquí con más fuerza que nunca. Hoy esta ceremonia sirve también como un acto de reparación. En San Miguel la vida sigue, no han podido con san Miguel, no con el santuario, porque el mal no puede vencer nunca.
En el Evangelio que hemos escuchado, Jesús le dice a Natanael: “Verás el cielo abierto”. San Miguel es el mensajero del cielo abierto. San Miguel es el defensor del bien, que envía Dios a la tierra para ayudarnos, para defendernos. Muchos jóvenes hoy viven como si el cielo estuviera cerrado, como si no hubiera nada más que lo inmediato, lo que se ve, lo que se toca. A veces, la fe parece una ilusión antigua, algo para otros tiempos. San Miguel, el gran ángel de Aralar, no baja a la tierra para impresionarnos con alas y espadas. Baja para recordarte que el cielo está cerca. Que tú no estás solo. Que hay una realidad más grande, invisible, poderosa, que te sostiene.
San Miguel de Aralar no viene a cerrar puertas, sino a abrir el cielo. No viene a infundir miedo, sino a dar valor. No desciende para castigarte, sino para defenderte y levantarte. San Miguel viene para fortalecer tu fe.
Me gustaría recordaros queridos jóvenes, las palabras del papa León XIV, en la reflexión que hizo el pasado domingo en el rezo del Regina Coeli. Dijo: “Y a los jóvenes les digo: “¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo Señor!”. El nuevo papa nos anima a no tener miedo, a confiar en Jesús, a confiar en san Miguel de Aralar que está con nosotros. Si está de nuestra parte ¿a quién vamos a temer?, a nadie.
Que san Miguel de Aralar interceda por ti, te defienda en tus batallas diarias y te recuerde que, con Dios, vencemos al mal y gana el bien.
+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela