Las Catedral de Tudela y la de Pamplona acogieron la celebración de la Misa Crismal los pasados días 15 y 16 de abril, respectivamente.
Una celebración en la que el clero renueva las promesas de su ordenación sacerdotal ante el Arzobispo don Florencio, quien posteriormente bendice los óleos y el crisma que serán utilizados en la celebración del Bautismo, Confirmación, Ordenación Sacerdotal y Episcopal, Dedicación de las Iglesias y Unción de Enfermos.
El martes 15 los sacerdotes de la zona de la Ribera renovaron su compromiso de consagración ante la presencia de numerosos fieles y religiosos y religiosas. Mons. Florencio Roselló felicitó a los sacerdotes allí presentes, recordándoles la entrega que le hicieron al Señor el día de sus ordenaciones.
Al día siguiente, el miércoles 16, la celebración se realizó en la Catedral de Santa María la Real de Pamplona, donde 175 sacerdotes volvieron a renovar sus promesas de consagración, en un templo lleno de fieles.
En las dos celebraciones, tras la homilía, se renovaron las promesas sacerdotales y posteriormente se bendijo, primero, el óleo de los enfermos, con el cual que ungirá a los enfermos para que reciban el alivio del Señor. Seguidamente se bendijo el óleo de los catecúmenos, con el cual se unge a los que recibirán el bautismo, para hacerlos fuertes contra el mal. Finalmente, don Florencio consagró el crisma con el que se ungirá a los recién bautizados, con el que los confirmados son signados, con el que se sellan las manos de los presbíteros y la cabeza de los obispos cuando son ordenados y se marcan las iglesias y los altares el día de su dedicación, para expresar la unción invisible del Espíritu Santo.
Tras la consagración, don Florencio derramó perfume sobre el óleo para confeccionar el santo crisma y después sopló sobre la boca del ánfora.
Durante la homilía, tanto en Tudela como en Pamplona, don Florencio mostró su gratitud a todos los allí presentes y recodó a los sacerdotes que la unción es una misión, es para servir, es para consolar al que sufre, para acoger y consolar. De igual modo, recordó también a los sacerdotes que se les envía a llevar cruces, que deben ser especialistas en ayudar a llevarlas. También animó a todo el clero a pararse un momento y pensar en el día de su ordenación, a recordar ese primer amor y volver a decirle “Sí”. Finalmente recordó que la iglesia necesita sacerdotes, no sacerdotes perfectos, sino sacerdotes entregados. “No es fácil ser sacerdote, pero merece la pena serlo”.