Patronos y santos
San Francisco Javier, copatrón de Navarra
Francisco de Jaso y Azpilicueta nació de noble familia navarra el 7 de abril de 1506 en el castillo de Javier. En 1525 se trasladó a París donde cursó estudios de filosofía. En esta ciudad conoció a san Ignacio de Loyola, amistad que imprimió un nuevo carácter a su vida. Fue ordenado presbítero el 24 de junio de 1537 en Venecia, y se dedicó a obras de caridad en varias ciudades de Italia.
Carlos I de España y Juan III de Portugal solicitaron la evangelización de sus posesiones ultramarinas a la Compañía de Jesús y Francisco Javier fue el encargado de esta expedición que partió hacia las Indias orientales. Durante diez años evangelizó incansablemente la India y el Japón donde convirtió a muchos a la fe católica. Estaba ya a punto de entrar en China cuando murió el 3 de diciembre de 1552 en la isla de Sancián, por una pulmonía. Según la tradición, en el momento de su muerte el Cristo de su castillo natal manó sangre.
Su cuerpo se conserva incorrupto en Goa (India). El 12 de marzo de 1622 Gregorio XV lo canonizó. Desde el 14 de abril de 1657, por decreto del papa Alejandro VII, ostenta juntamente con san Fermín el patronazgo del reino de Navarra; siendo ambos patronos igualmente principales. Por otra parte, Benedicto XIV lo designó patrono de las misiones de Oriente (1749), san Pío X de Propaganda Fide (1904), Pío XI le hizo, junto a santa Teresa de Lisieux, patrono universal de las misiones (1927), y Pío XII del turismo (1952).
La fiesta del copatrón de Navarra se celebra el 3 de diciembre.

San Fermín, copatrón de Navarra
Según una tardía tradición, Fermín habría sido hijo de Firmo, senador de la Pamplona romana, convertido con toda su familia a la fe cristiana a raíz de la predicación de san Honesto, discípulo de san Saturnino. Con el tiempo, el joven Fermín llegaría a ser primer obispo de su ciudad natal y evangelizador de la Galia, en una de cuyas ciudades, Amiens, sufriría el martirio por decapitación el 25 de septiembre del 290, bajo el imperio de Diocleciano.
El más antiguo testimonio que nos ha llegado acerca de su culto en Pamplona es del año 1186, cuando el obispo Pedro de París (1167-1193), que había conseguido una reliquia de la cabeza del mártir, elevó el rango litúrgico de la fiesta de san Fermín, equiparándola a la de los apóstoles. En 1466 la festividad del santo y su octava se extendieron a toda la diócesis, pero el santo, venerado en un altar de la catedral, sólo era popular en Pamplona. Por entonces se celebraba con más solemnidad otra fiesta en su honor el 10 de octubre (conmemoración de la entrada de san Fermín en Amiens) y la ciudad pidió y obtuvo del obispo de Pamplona, Bernardo de Rojas y Sandoval, que se trasladara al 7 de julio para hacerla coincidir con la feria (1591). Su culto se intensificó en el siglo XVII, especialmente cuando el clero secular lo contrapuso al de san Francisco Javier, patrocinado por los jesuitas. La querella entre «ferministas» y «javieristas» quedó zanjada cuando el papa Alejandro VII, el 14 de abril de 1657, proclamó a san Fermín y a san Francisco Javier copatronos igualmente principales de Navarra.
La fiesta del copatrón de Navarra celebra el 7 de julio.

Santa Ana, patrona de la ciudad de Tudela
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye estos nombres a los padres de la Santísima Virgen María. EL culto a san Joaquín es reciente. El culto a santa Ana se introdujo en la Iglesia oriental en el siglo VI y pasó a la Iglesia occidental en el siglo X. El origen de la devoción a santa Ana en Navarra no es conocido, pero la primera noticia escrita procede del testamento del rey de Navarra Teobaldo II (1253-1270). Éste dejó 20 sueldos de renta del peaje de Tudela para el día que se celebrara la fiesta de santa Ana en la catedral. En 1530, santa Ana fue nombrada patrona de Tudela.
El 26 de julio, la cuidad de Tudela celebra la fiesta de San Joaquín y Santa Ana

San Saturnino, patrón de Pamplona
Obispo de Toulouse (Francia), donde se instaló bajo el consulado de Decio y Grato (250), cuando el cristianismo apenas se había extendido en la Galia. Según el acta de su martirio, la Passio, compuesta hacia el siglo V, su predicación hizo enmudecer a los falsos oráculos y provocó las iras de los sacerdotes paganos, que instaron al prelado cristiano a ofrecer sacrifico a los ídolos. Ante su negativa lo ataron a la cola de un toro que lo arrastró hasta la muerte, hecho acaecido un 29 de noviembre. Su culto, atestiguado en el siglo III, se propagó por toda la Galia y penetró también en Hispania, probablemente desde finales del siglo V.
En el territorio navarro se le venera ya por lo menos en la segunda mitad del siglo X, como lo demuestra la advocación del monasterio de Lisabe, próximo a Lumbier; pero su devoción se divulgó sobre todo a finales del siglo XI a ritmo de las ondas de la peregrinación a Compostela y, en especial, como consecuencia de la implantación en Pamplona de mercaderes y clérigos de la región tolosana y su periferia. El santo dio nombre al burgo así nacido —de San Saturnino o San Cernin— y a él se dedicaron como mínimo otras ocho parroquias y diversas ermitas. Quizá cristalizó entonces la tradición que lo considera el promotor de la evangelización en Pamplona. Desde antiguo se le venera como patrón de Pamplona.
La fiesta del patrón de Pamplona se celebra en la capital navarra el 29 de noviembre.
