Fiesta de San Veremundo

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 8 de marzo, en la parroquia de Villatuerta, con motivo de la festividad de San Veremundo.

Hoy un santo nos ha congregado y convocado a todos los que estamos aquí. San Veremundo, nuestro patrono. Aunque hay que radicarlo en la edad media, hace ya más de mil años, sigue siendo actual, pero sobre todo sigue siendo modelo de fe y de santidad.

San Veremundo nace en el año 1020 en Villatuerta o Arellano. De familia noble, porque tenía un tío abad del monasterio de Irache y otro tío obispo de Calahorra, estos nombramientos eran por posesiones o posibilidades. Podía haber vivido muy bien, pero ya desde niño se inclinó por las cosas de Dios. Ingresó en la comunidad benedictina del Monasterio de Irache a los 12 años, donde comenzó de portero. Veinte años después fue elegido Abad para sustituir a su tío Munio.

San Veremundo se destacó por su entrega caritativa a los peregrinos del Camino de Santiago y a pobres y necesitados que se acercaban al Monasterio de Irache. Esta labor se destacó porque en 1054, cuando San Veremundo ya era Abad y el rey García de Nájera fundó, a las puertas del Monasterio de Irache, uno de los hospitales más antiguos del Camino de Santiago (sería lo que hoy llamamos albergues).

El evangelio que hemos leído recoge el espíritu de San Veremundo como monje de Irache. Estoy convencido que cuando murió el 8 de marzo de 1092, el Señor le dijo “Ven bendito de mi padre, recibe la herencia del Reino preparado para vosotros” (Mt. 25, 34). San Veremundo vivió en primera persona el evangelio de hoypues él ayudaba, no cuestionaba, daba de comer no dudaba. En la actualidad muchas veces dudamos cuando vemos un pobre y hasta decimos, “está así porque quiere”. El evangelio de hoy nos habla de actuar, de ayudar, no cuestiona, no duda, no rechaza. Hoy dudamos de las intenciones de los inmigrantes, del que nos pide qué comer, del que está en la cárcel decimos “algo habrá hecho”. Todo para no ayudar, pero nos olvidamos lo que nos dice Jesús “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25, 40).

San Veremundo dejó un legado de santidad que perdura hasta nuestros días. Esta santidad le viene de la caridad, sobre todo en la ayuda a los peregrinos del Camino de Santiago. La influencia del monasterio de Irache era tal, durante el tiempo en el que fue Abad, que muchos peregrinos que recorrían el Camino de Santiago paraban allí en busca de bendiciones y curaciones. Hoy en día San Veremundo es el patrón del Camino de Santiago en Navarra desde 1969. Después de más de mil años su memoria, pero sobre todo su vida de entrega y caridad, todavía perdura.

Quiso vivir tan profundamente la caridad con los peregrinos, pobres y necesitados que experimentó en primera persona lo que nos ha dicho San Juan en la primera lectura, “Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras” (1Jn. 3, 17-18). San Veremundo hizo de los bienes del Monasterio, los bienes de los pobres, y los repartía entre pobres y peregrinos que se acercaban al Monasterio de Irache. Era tal la entrega de ayuda a los pobres, que cuentan alguna leyenda, que en más de una ocasión los frailes de la abadía sufrieron continuos ayunos debido a que dedicaba todos los alimentos a socorrer a los pobres.

En varias de las fuentes que he leído, dicen que merced a la intercesión de San Veremundo fue descubierta la imagen de Santa María del Puy, en 1080, en una lluvia de estrellas. Ante tal acontecimiento Sancho Ramírez fundó en aquel mismo lugar la ciudad de Estella. A la muerte del santo fue enterrado en el monasterio de Irache donde permaneció cerca de quinientos años. El pontífice Paulo V ordenó su culto en 1614, confirmado por Inocencio X en 1646.

En este año del Jubileo de la esperanza San Veremundo fue esa esperanza que no defrauda (cf. Rm. 5, 5), que no confunde. San Veremundo fue esperanza para pobres, caminantes, necesitados. Hizo realidad el deseo del Papa Francisco, que muchos recuperasen la esperanza perdida.

San Veremundo murió el 8 de marzo de 1092 en olor de santidad, era considerado como un santo en vida por las muchas atenciones que tuvo con pobres y peregrinos. Hasta entonces se declaraban santos por aclamación popular, y San Veremundo fue de los últimos que fue declarado santo por el pueblo en 1163, luego en 1170, el papa Alejandro III cambio los criterios de erección de santos, pasando de la aclamación de los fieles y aprobación de un obispo, a un reconocimiento superior. Y más tarde el papa Paulo V ordenó su culto en 1614, confirmado por Inocencio X en 1646.

San Veremundo, pastor de la caridad nos interpela a revisar nuestra vida, y a preguntarnos en qué ponemos nuestro corazón, porque nuestro corazón debe de estar en los necesitados. Que seamos testigos de la caridad y amantes del Camino de Santiago por el que tanto trabajó San Veremundo. Que él nos haga sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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