«La Iglesia que San Francisco Javier soñó y vivió estaba llamada a ser una Iglesia en salida»

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el 9 de marzo, en Javier, con motivo de la primera Javiera 2025

 

Un año más, San Francisco Javier nos convoca a visitar su casa, a recordar su historia y a imitar su vida. Javier tiene magia, impacta, tiene un encanto especial, que para entenderlo hay que acercarse cada año a este lugar. Ni la lluvia, ni el viento, ni el frío, que han acompañado la peregrinación en esta primera Javierada impiden que año tras año nos acerquemos a la casa de San Francisco Javier.

Llama la atención el encanto de Javier, porque nuestro santo y patrón desarrolló toda su vida fuera de estas tierras. No conocemos nada de lo que hizo aquí, sin embargo, cada año venimos a Javier como si nos fuésemos a encontrar con el misionero jesuíta. Vivió pocos años aquí, pero en cambio, parece que toda su vida la hubiese realizado aquí. Parece que cada palmo de terreno nos habla de él, en cambio, todos años venimos a verlo a encontrarnos con San Francisco Javier. Estamos convencidos que pisamos tierra sagrada, tierra de santo y tierra de alegría, que nos transmite el Cristo sonriente de Javier.

De San Francisco Javier siempre se ha dicho que su pasión por predicar el evangelio no tenía límites. Renunció a las comodidades que el ofrecían en Javier, en España y en Francia, cuando fue a estudiar. Allí llevó una vida de fiesta, pero en ese ambiente el Señor le llamó y respondió a la llamada de Dios para ir a los lugares más distantes a llevar la Buena Noticia. A los pueblos que llegó no conocían nada de Cristo, pero nunca dudó de su misión porque estaba
convencido de que el amor de Dios debía de ser conocido, estaba convencido que haría mucho bien, tanto a nivel espiritual, como social y humano. Llegó donde nadie había llegado, habló de Dios donde nadie había hablado, luchó por la dignidad de las personas en un mundo de esclavos y vasallaje. Francisco Javier fue un innovador y rompedor de costumbres y normas que humillaban a las personas. Humanizó las leyes y humanizó el evangelio, todo por la dignidad y libertad de las personas.

La vida de San Francisco Javier fue un reflejo de la misma fidelidad y firmeza que Jesús muestra en el desierto, tal y como hemos escuchado en el evangelio. Al igual que Jesús, Francisco Javier fue tentado a tomar caminos más fáciles, más cómodos, tenía un futuro de riqueza y lujo pero eligió seguir la llamada de Dios a la misión, a un camino de sacrificio y entrega. Como Jesús en el evangelio rechazó las tentaciones de poder, fama y comodidad. Todo esto no le llenaba, no le proporcionaba felicidad. Francisco Javier no buscó la gloria personal, sino la gloria de Dios en la evangelización allende los mares. Se enfrentó a las dificultades y persecuciones con la misma firmeza con que Jesús resistió las tentaciones del demonio en el desierto. Venció las tentaciones y su vida abrazó la santidad.

La Iglesia que San Francisco Javier soñó y vivió estaba llamada a ser una Iglesia en salida, como nos recuerda con frecuencia el Papa Francisco “la Iglesia es “en salida” o “no es Iglesia”, remarcando asimismo que la Iglesia «está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre» (Catequesis Francisco 23-10-2019). La Iglesia no puede quedarse encerrada en sus paredes de siempre, ni puede centrarse solo en sí misma. La Iglesia hemos perdido la calle, y esa Iglesia en salida a la que nos empuja el Papa Francisco nos lleva a hacernos presentes en medio del mundo. La misión de la Iglesia es salir, llevar la buena nueva de Cristo a todos los rincones del mundo, especialmente a aquellos lugares más necesitados de la presencia de Dios. La Iglesia en salida es para acercarse a la gente que no llega a nuestra Iglesia, a los alejados, a los pobres, a los vulnerables, ellos también están llamados a participar de nuestra fe. Hoy en día hay gente que quiere construir una sociedad sin Dios, aunque respetándoles, es bueno manifestar que otros queremos construir nuestra vida en torno a Dios, y para eso hay que salir, pisar calle, testimoniar nuestra fe.

En la primera lectura que hemos leído, Moisés nos presenta una realidad muy actual, “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto y se estableció allí con unas pocas personas” (Dt. 26, 5), donde recuerda que el pueblo de Israel fue migrante, y las penurias que pasó ante la incomprensión del pueblo egipcio les hicieron la vida muy difícil. El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma para este año 2025 nos ha avisado también del trato que damos a los emigrantes “No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos”. En este mensaje el Papa nos interpela a revisar qué tratamiento estamos dando a tantos inmigrantes que llegan a nuestras tierras para buscar un mundo mejor. La historia del pueblo judío se repite en nuestros días con leyes y actitudes que dificultan la vida de muchos inmigrantes en nuestras tierras. El Papa Francisco invita a la sociedad y también a la Iglesia a revisar qué estamos haciendo con nuestros hermanos que llegan de fuera. S. Francisco Javier también fue inmigrante, tuvo que aprender una lengua, conocer una nueva cultura, y desde ahí evangelizar a los nuevos pueblos que no conocían a Cristo.

Este año San Francisco Javier, nuestra Javierada, nos habla de opciones, primero de renuncia a las tentaciones que nos presenta el mundo, la sociedad, de una vida fácil, cómoda y sin complicaciones, que nos lleva a comprometernos con el anuncio del evangelio. Por otro lado, la Javierada también nos lleva a recordar cómo la historia de emigrantes del pueblo de Israel y sus dificultades se siguen repitiendo en nuestros días. Hoy aquí, en esta explanada, entre nosotros hay inmigrantes, que rezan al mismo Dios que nosotros, que sienten devoción, y en algunos casos pasión por San Francisco Javier, que llevan varios años peregrinando a Javier. Dios los mira con los mismos ojos que a nosotros, ¿quién soy yo para hacer diferencias?

Nuestra Javierada quiere ser también una peregrinación de la esperanza en este año del “Jubileo de la Esperanza” al que nos ha convocado el Papa Francisco. Todos los que peregrinamos a Javier nos convertirnos en peregrinos que transmitimos esperanza. Nuestra experiencia de fe, de oración, de amistad, tiene que ser compartida con las personas de mi entorno. Que hoy, mañana, compartamos y transmitamos lo que en Javier hemos vivido en esta peregrinación. San Francisco Javier no se guardó la fe para él, sino que la comunicó y la transmitió a las gentes que evangelizó.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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