Voto de las Cinco Llagas

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el Jueves Santo, en la parroquia de San Agustín de Pamplona, con motivo de celebración del Voto de las Cinco Llagas.


Querida Corporación municipal, queridos hermanos/as, que, movidos por la fe, la historia y la tradición nos hemos congregado en esta iglesia de San Agustín para dar gracias a Dios por su intervención en la ola de peste que asoló y atacó a nuestra ciudad de Pamplona en el año 1599.

Fue Dios quien protegió nuestra ciudad, quien liberó a Pamplona de la peste, e hizo que los muertos fueran mucho menos que en las localidades vecinas. Dios hizo un milagro en favor de Pamplona, y eso motivó el agradecimiento de una ciudad liberada de la peste. Un agradecimiento que renovamos hoy ante toda la ciudad de Pamplona.

Al ayuntamiento os invito a sentiros en casa, la iglesia de Pamplona quiere ser la casa de todos, que nos sintamos acogidos, queridos y comprendidos. Y doy las gracias al ayuntamiento de Pamplona por mantener esta tradición, que es consecuencia del reconocimiento de la acción de Dios en la vida y en la historia de Pamplona. Mantener viva esta tradición es reconocer la intervención divina en la vida y en el futuro de nuestra ciudad.

Las cinco llagas de Cristo, también conocidas como las cinco heridas o llagas sagradas, son las heridas que Jesús sufrió en su cuerpo durante la crucifixión. Estas llagas, ubicadas en sus manos, pies y costado, son veneradas en la tradición cristiana como símbolos del sacrificio de Jesús por la humanidad. Estas llagas representan a tanta gente que sufre en sus vidas, historias de dolor y sufrimiento.

Las cinco llagas que lleváis en vuestras medallas, como concejales del ayuntamiento de Pamplona, se representan en mucha gente que ha llegado a nuestra ciudad buscando un horizonte y un futuro esperanzador. Estas llagas también están en nuestras calles. Esta mañana he estado celebrando la misa en la cárcel de Pamplona y he visto a hombres y mujeres, nacionales y extranjeros, de Pamplona y de fuera, presos que llevan en su rostro marcadas las cinco llagas de Jesús. Veo en nuestra ciudad de Pamplona a personas que no encuentran una vivienda digna, a mujeres que sufren las llagas de la violencia de género, a extranjeros que buscan regularizar su situación, son llagas que hacen sufrir, y que necesitan manos samaritanas que les ayuden a encontrar un sentido a sus vidas.

De manera especial quiero pensar en las llagas de las mujeres que son víctimas de trata. Son mujeres engañadas, explotadas y vejadas. Mujeres cuyos sueños han sido manoseados por intereses económicos y maniobras ilegales. Este año la Iglesia está celebrando el Jubileo de la esperanza y la Iglesia de Navarra quiere abrir un centro para estas mujeres víctimas de trata, para ser acogidas, ayudadas y liberadas de las redes mafiosas, donde encuentren un sentido a su vida y puedan recuperar su dignidad de mujer. Hoy puedo anunciar que la Iglesia de Navarra ya tiene el centro preparado para acoger a estas mujeres víctimas de trata.

Yo no llevo las cinco llagas que lleváis los concejales del ayuntamiento de Pamplona, pero sabed, que siento estas llagas de nuestra ciudad como si fuese propias. Por eso, como ya dije el pasado año, tiendo la mano de la Iglesia al ayuntamiento, al gobierno de Navarra y a todas instituciones locales para curar esas llagas, que los ciudadanos de nuestra ciudad puedan tener y sobre todo puedan necesitar para curar las llagas. A nadie le gusta vivir con llagas en su cuerpo.

Porque siempre he dicho que la Iglesia está para servir, hoy día del Amor Fraterno, quiero renovar mi compromiso y mi servicio como Arzobispo a Navarra, a nuestra ciudad de Pamplona, porque una Iglesia que no sirve, no sirve para nada, pero permitidme la licencia de la comparación, un ayuntamiento que no sirve, tampoco sirve para nada. Todos estamos para servir, y mientras haya una llaga que curar y secar, la Iglesia y el ayuntamiento deberán de existir y trabajar por el bien común.

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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