Lamañana del 24 de septiembre, festividad de la Virgen de la Merced, patrona de las cárceles y de los reclusos, la prisión de Pamplona se convirtió en escenario de un encuentro marcado por la fe, la esperanza y el compromiso humano. Monseñor Florencio Roselló, Arzobispo de Pamplona y Obispos de Tudela, acudió al centro penitenciario para celebrar la Eucaristía con los internos y recordarles que no están solos en su camino de reinserción.
En un ambiente de respeto y recogimiento, el prelado quiso llevar un mensaje directo de aliento a quienes cumplen condena. “María de la Merced sigue apostando por la libertad y todos los que estáis aquí sois Iglesia, sois parte de nuestra familia de fe”, afirmó durante la homilía. “Os animo a seguir luchando y trabajando por la libertad”.
La festividad de la Virgen de la Merced, que se celebra cada 24 de septiembre en toda España, tiene una fuerte vinculación con el mundo penitenciario. La advocación mariana dio origen, en el siglo XIII, a la Orden de la Merced, fundada para rescatar a los cristianos cautivos. De ahí que la Virgen de la Merced sea reconocida como patrona de los reclusos y de las instituciones penitenciarias, símbolo de esperanza y liberación.
Monseñor Roselló, que pertenece a esta orden, quiso recordar en su visita que “la Virgen siempre está presente en cada cárcel, en cada celda, porque ella no abandona, no olvida”. Y añadió una imagen cargada de significado: “Igual que permaneció al pie de la cruz, también permanece en cada celda, en cada corazón de cada preso”.
Durante la celebración de la Santa Misa, el Arzobispo insistió en la importancia de asumir responsabilidades, de pedir perdón y de abrirse a nuevas oportunidades. “Os animo a cambiar, a comenzar de nuevo, a pedir perdón por el daño causado y a no desfallecer”, les invitó. Con tono cercano, recordó que las familias, la Iglesia y la sociedad “os esperan” y confían en su esfuerzo de superación.
La homilía estuvo marcada por un enfoque constructivo, orientado a motivar a los internos a trabajar por su futuro en libertad. “Me gustaría que en mi próxima visita alguno ya estuviese en libertad; eso sería signo de que la lucha y el esfuerzo por la libertad merece la pena”, expresó. “Voy a trabajar por vosotros, voy a rezar por vosotros y también por los funcionarios y trabajadores de este centro”.
Las palabras de Mons. Roselló encontraron eco en los internos, que participaron en la Eucaristía en un ambiente de respeto. Para muchos, la festividad de la Merced es una oportunidad de renovar la esperanza y de sentir que no son olvidados por la sociedad.
El Arzobispo planteó un horizonte de confianza, alentando a los reclusos a trabajar por su libertad interior y exterior. “La libertad se construye día a día”, señaló, recordando que la Virgen de la Merced sigue siendo signo de acompañamiento y de amor en medio de la dificultad.
Su mensaje final fue claro: el compromiso de la Iglesia con las personas privadas de libertad es permanente y busca no solo la asistencia espiritual, sino también la promoción de la dignidad y la integración social.
Monseñor Roselló no estuvo solo en este gesto pastoral. Le acompañaron el Vicario Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana, Juan Zabala; el capellán de la prisión, Javier Arbilla; la delegada de Pastoral Penitenciaria, Mariaje Irigoien Esteban; y varios voluntarios que colaboran con la Pastoral Penitenciaria. Todos ellos forman parte de una red de apoyo espiritual y humano que busca estar cerca de quienes cumplen condena y acompañarles en su proceso de reinserción.
Tras la celebración litúrgica, el Arzobispo participó también en el acto institucional organizado por el centro penitenciario, al que asistieron autoridades civiles y militares. En esta ceremonia se rindió homenaje a varios funcionarios por su dedicación y esfuerzo en el trabajo diario, así como a entidades colaboradoras que apoyan las actividades y programas del centro.
Con esta visita, monseñor Florencio Roselló quiso reafirmar su compromiso pastoral con un colectivo que, a pesar de las dificultades, sigue siendo parte activa de la comunidad eclesial y social. “Vosotros sois Iglesia, sois parte de nuestra familia de fe”, repitió a los reclusos, dejando un mensaje que resonó más allá de los muros de la prisión: la esperanza y la libertad siempre son posibles. ❏