Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 9 de diciembre, en la Catedral de Santa María la Real de Pamplona, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana.
Queridos sacerdotes, queridos hermanos y hermanas.
Nos reunimos en nuestra catedral de Pamplona para celebrar dos fiestas que están íntimamente ligadas y que se iluminan y complementan: la fiesta de la dedicación a la Basílica de Letrán y el Día de la Iglesia Diocesana, este año con un lema muy eclesial: “Tú también puedes ser santo”. Las dos fiestas nos llevan a mirar a nuestra Iglesia y a nuestra diócesis.
La Basílica de Letrán, que está en Roma, es la catedral del Papa, a la que se le llama “madre y cabeza de todas las iglesias del mundo”. Fue el primer templo cristiano construido, después de la libertad concedida a los cristianos en el siglo IV. Desde entonces, la Basílica de Letrán se ha convertido en símbolo de unidad de toda la Iglesia. Celebrar esta fiesta es renovar nuestra comunión con toda la Iglesia universal y con el papa León XIV, sucesor de Pedro. Estar esta mañana aquí es manifestar públicamente que vivimos la comunión con el papa, cabeza de la Iglesia.
La primera lectura utiliza una comparación muy bonita para presentarnos la Iglesia: un río que brota del templo y que al salir el agua fecunda toda la tierra. Donde llega ese río hay vida. Ese río simboliza la presencia vivificadora de Dios que quiere llegar a todas partes. La imagen del río nos hace mirar nuestra Iglesia diocesana. De esta catedral —signo de unidad— brota también la vida de la fe hacia nuestras parroquias, comunidades religiosas, movimientos, colegios, hogares y hasta los rincones más alejados de nuestra tierra navarra. Nuestra Iglesia es abierta y quiere llegar a todos los rincones de Navarra.
Pero también el Día de la Iglesia Diocesana nos lleva a mirar a nuestra diócesis de Pamplona y Tudela como una prolongación de la Basílica de Letrán. Lo que en Roma representa el papa León XIV, en nuestra diócesis lo simboliza el obispo, con sus sacerdotes, diáconos, vida religiosa y laicos. Hoy es un día para mirarnos unos a otros y reconocernos como hermanos. Caminantes en una misma fe. La verdadera Iglesia la formamos nosotros. Somos piedras vivas que construyen ese otro edificio espiritual que es la Iglesia. Así nos lo ha dicho San Pablo, en la que nos recuerda una verdad fundamental: “Vosotros sois edificio de Dios… el templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros.” (1Cor. 3, 9. 16). Con estas palabras nos dice que la Iglesia no es solo un conjunto de piedras; es más, somos cada uno de los bautizados. Sin nosotros no hay Iglesia.
Este día en el que celebramos el Día de la Iglesia Diocesana es también una oportunidad para tomar conciencia de que formamos parte de una misma familia. La Iglesia no es una idea ni una estructura, es una comunidad viva, donde todos tenemos un lugar y una misión. Nuestra diócesis de Pamplona-Tudela no se reduce solo al obispo, sacerdotes o religiosos, sería una visión pobre de la Iglesia. Se construye no con unos pocos, sino con la colaboración generosa de todos: sacerdotes, consagrados, familias, jóvenes, catequistas, voluntarios, misioneros, bienhechores… Todos somos Iglesia, todos participamos en la misión de hacer presente el amor de Dios en Navarra y más allá.
Hoy, al celebrar esta jornada, damos gracias por tanta vida buena que hay en nuestra Iglesia de Navarra: parroquias vivas, comunidades que oran, una pastoral social que atiende a los pobres, familias que transmiten la fe, jóvenes que buscan a Dios. Hay sacerdotes entregados, religiosos que testimonian su carisma a través de su vida, laicos comprometidos. Mucha gente que lucha por nuestra Iglesia de Navarra y que creen que vale la pena anunciar el evangelio en nuestra diócesis. Este día es una oportunidad para revisar mi vida y preguntarme como cristiano: “Qué hago por mi iglesia diocesana, por mi Iglesia de Navarra. ¿Hago lo suficiente? ¿Me comprometo por mi diócesis?”.
Este año, el Día de la Iglesia Diocesana nos presenta un lema muy sugerente: “Tú también puedes ser santo”. Nos cuesta creerlo, pues vemos a los santos muy por encima de nosotros, los vemos inalcanzables, creemos que para ser santos hay que hacer milagros. La Iglesia nos dice que sin milagros también puedes ser santo; con una vida sencilla, puedes ser santo. El papa Francisco apostaba por la sencillez de vida: “Hemos hecho de la santidad una meta inalcanzable, la hemos separado de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta” (Roma, 15 de mayo 2022).
Este Día de la Iglesia Diocesana llama a la santidad de nuestros cristianos, para que vivan la comunión de bienes. Nos pide ayuda económica. Nuestra Iglesia realiza numerosas actividades para servir a la comunidad cristiana y también a la sociedad. Unos servicios que cuestan dinero, que nos llevan a invertir en el anuncio del evangelio y en la atención a los pobres. Por eso, una forma de ser corresponsable con mi diócesis es a través de la ayuda económica. Hoy la colecta va para nuestra diócesis, para ayudar al que no puede, para que el evangelio llegue a todos los rincones de Navarra. Nuestra Iglesia Diocesana nos llama a compartir y apoyar todos los proyectos que están en desarrollo. Es una manera de vivir y experimentar que la Iglesia de Navarra es nuestra casa, nuestra familia y nuestra comunidad. Es otra manera de crecer en santidad, compartiendo los bienes materiales. Como nos dice San Pablo, “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35). Tu colaboración económica nos permite hacer realidad todos los proyectos que como Iglesia tenemos para Navarra. Y con esto vivimos el lema de esta jornada: “Tú también puedes ser santo”.
+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

