Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 7 de septiembre, en Villatuerta, durante la Misa de clausura del Jubileo de los 150 años de la fundación de la Congregación del Verbo Divino y 80 aniversario de la Provincia española
Alegría y gratitud es lo que sentimos por esta doble celebración: por un lado queremos clausurar solemnemente el Jubileo de los 150 años de la fundación de la Congregación del Verbo Divino. Un siglo y medio de vida consagrada al Evangelio es la historia viva de hombres y mujeres que se han dejado transformar por la Palabra hecha carne y la han llevado hasta los confines de la tierra; y en segundo lugar celebrar los 80 años de la constitución de la provincia española de nuestra congregación.
Damos gracias a Dios por el carisma recibido a través de san Arnoldo Janssen, quien supo escuchar la voz del Señor fundando esta Congregación. De aquella pequeña semilla plantada en Steyl, Alemania, en 1875, nació la Congregación que está en los cinco continentes, y cuyos frutos son provincias religiosas como es la de España que este año celebramos los 80 años de su creación. Frutos en iglesias locales fortalecidas como nuestra Iglesia de Navarra con vuestra presencia en esta zona (La editorial Verbo Divino en Estella y la atención pastoral a estos pueblos) y miles de corazones que han encontrado en Cristo la luz y la esperanza.
En la fundación de la provincia española fueron tiempos difíciles, marcados por la posguerra, la pobreza. Dos misioneros, los padres Guillermo Leusch y Gaspar Jacob, llegaron desde Argentina a esta tierra de Estella, para plantar la semilla de la Sociedad del Verbo Divino. No era el mejor momento para fundar, después de la guerra civil española, donde había hambre, pobreza y necesidad. Al mirar hacia atrás, reconocemos que no han sido solo fuerzas humanas las que han mantenido en pie esta misión de la Congregación y de la provincia española, ha sido la acción del Espíritu Santo, la fidelidad de Cristo, la intercesión de María y la generosidad de hermanos verbitas y laicos colaboradores. He leído la generosidad de esta provincia, pues 101 religiosos (sacerdotes y hermanos) nacidos en España han sido enviados al mundo, y han llevado el evangelio por Europa, América, África y Asia
Desde Villatuerta, reconocemos también la presencia verbita ha dejado huella: en la vida parroquial, en la animación misionera, en la cercanía con las familias y en el servicio generoso a la Iglesia. Bautizos, ¡primeras comuniones, reconciliaciones y eucaristías han sido celebradas por sacerdotes verbitas en esta comunidad! Este Jubileo no es solo un recuerdo del pasado, sino una invitación a mirar el presente y el futuro con esperanza. Los tiempos han cambiado: una sociedad secularizada, indiferencia religiosa, nuevas pobrezas materiales y espirituales. Pero la misión no ha perdido vigencia, hoy es más necesaria que nunca. El mundo, la sociedad, nuestra iglesia de Navarra sigue necesitando misioneros verbitas que anuncien el evangelio, desde vuestra editorial al mundo, desde el púlpito, desde la cercanía con la gente.
El evangelio que hemos escuchado nos pide un seguimiento radical, como el de los religiosos verbitas en estos 150 años de su fundación. Jesús es claro: no se puede ser su discípulo a medias. Este mensaje fue el que inspiró a san Arnoldo Janssen y a los primeros verbitas. Dejaron atrás su tierra, su cultura, sus familias y se lanzaron a la misión en lugares lejanos, muchas veces en condiciones duras, con peligro de enfermedad o persecución. Y lo hicieron porque comprendieron que el Evangelio lo merece todo, que anunciar a Cristo vale más que cualquier comodidad. Su vida fue una traducción concreta de este Evangelio: “el que no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”. En esta comunidad de verbitas de Estella y que trabajan pastoralmente en estos pueblos, vemos religiosos de diferentes países y culturas, y han dejado todo por el reino, han cogido la cruz y han seguido a Jesús.
El Jubileo no es solo memoria, también es pensar en el futuro. Por eso el Jubileo también es impulso, es pensar en lo que viene. Nos invita a renovar nuestra fe y nuestra misión. En nuestra sociedad, en los lugares de presencia verbita tenemos un campo inmenso: jóvenes que buscan sentido a su vida, ancianos que necesitan compañía, familias que requieren esperanza, personas heridas por la soledad o la indiferencia. Anuncio de la Palabra. Seguir a Cristo radicalmente es no quedarnos en la comodidad, sino abrirnos a la misión, salir al encuentro de los demás.
La Congregación del Verbo Divino nos recuerda, además, que la misión es universal. No basta con cuidar nuestra comunidad: debemos mantener siempre abierta la mirada al mundo, orando por las misiones, apoyando a los misioneros, colaborando en proyectos de evangelización y recordando que en Cristo no hay fronteras. Ser discípulo radical significa tener un corazón universal, capaz de amar a todos sin excepción.
Hermanos y hermanas, la misión no se detiene: después de 150 años de la Congregación del Verbo Divino y de 80 años de la provincia en España, el Señor sigue llamando, sigue enviando, sigue necesitando testigos valientes. Que san Arnoldo Janssen y san José Freinademetz intercedan por nosotros para que vivamos con pasión misionera. Y que María, Madre de la Iglesia y Estrella de la Evangelización, nos acompañe en este camino de discipulado y misión.
+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela