Envío de profesores de Religión

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 4 de octubre, en la capilla mayor del Seminario de Pamplona, con motivo del envío de los profesores de la asignatura de Religión


Queridos/as profesores/as de religión en colegios públicos.

Os recuerdo las palabras que os dije el primer día que os conocí y pude estar con vosotros. “Os admiro”. Ser profesor de religión no es fácil, por un lado el ambiente social quiere relegar la religión a lo privado, evitando que pueda ser una reflexión pública. Y por otro lado el tema del menor y todo lo que le rodea genera un ambiente de desconfianza. Tenéis que luchar “contra molinos de viento” que le advertía el bueno de Sancho a D. Quijote.

Esta mañana nos hemos reunido para celebrar este gesto tan significativo como es el envío de los profesores de religión. En medio de las aulas de nuestra escuela pública, vais a anunciar a Jesucristo y a abrir caminos de fe y esperanza en la vida de tantos niños y jóvenes de nuestra tierra de Navarra. Y para ello estamos aquí, para entregaros la Misión.

En la escuela pública nos encontramos con gran pluralidad de culturas, lenguas, sensibilidades diversas, formas distintas de entender la vida y también a Dios y a la religión. Y en ese ambiente vosotros sois signo de diálogo, de apertura y de respeto. La clase de religión es una propuesta libre; no es muro, sino puente, que diría el papa Francisco; no es ideología, sino camino hacia la verdad. Vosotros sois enviados como maestros, pero sobre todo como testigos. Y un testigo no se limita a transmitir conocimiento, sino que comunica lo que vive, lo que ha experimentado, lo que le da sentido. Como decía San Francisco de Asís a sus frailes franciscanos, cuya fiesta celebramos hoy, “Id y evangelizar, y si es necesario…utilizar la palabra”, porque para San Francisco lo que valía y realmente evangelizaba era la vida, antes que la palabra.

Vuestra presencia ya es testimonio, pero también, interrogante para profesores y alumnos. Los niños y jóvenes de hoy —tantas veces cargados de preguntas— no necesitan discursos sino vidas coherentes, no necesitan tanto recetas como compañía. Necesitan ver en sus profesores una alegría serena, una mirada de confianza, un corazón capaz de escuchar y acoger. Muchas veces necesitan más una mano amiga, una voz suave, que un discurso de conocimientos.

En esta celebración vamos a vivir un momento importante, es el envío a la misión encomendada, y no es un mero acto formal. Es un signo eclesial, donde la Iglesia de Navarra os confía la misión de ser fermento en la masa, de sembrar el Evangelio en un terreno concreto: la escuela pública. Id con la certeza de que no vais solos: la comunidad cristiana reza por vosotros, la diócesis os apoya, yo mismo estoy presidiendo esta celebración y el Espíritu os precede.

En la primera lectura San Pablo nos ha recordado que la Iglesia es un cuerpo, con muchos miembros (catequistas, profesores religión…) de la que nosotros formamos parte. Los profesores de religión sois miembros de este cuerpo y sois una parte importante de la evangelización en nuestra diócesis de Pamplona y Tudela. Es importante que nos sintamos participes de este cuerpo enviado a anunciar a Jesucristo. Que os sintáis Iglesia. Vosotros llegáis a muchos niños y adolescentes. Vuestra presencia y palabra en nuestros colegios y centros educativos, no se puede ni se debe apagar.

No os resignéis a que ser profesor/a de religión es enseñar una materia más. Es ofrecer a los niños y jóvenes la posibilidad de encontrarse con Jesucristo. Es presentarles otro estilo de vida diferente al que ofrece la sociedad basado en la imagen, el dinero, el tener. Es ayudarles a descubrir que su vida tiene valor, que están llamados a amar y ser amados, que forman parte de una historia de salvación. Es ayudarles a descubrir que Jesús tiene un mensaje para ellos.

Al igual que los discípulos en el evangelio, que estaban encerrados, con las puertas cerradas “por miedo”, también hoy vivimos tiempos de incertidumbre, de miedo, en un momento en que la asignatura de Religión a veces se ve relegada, y algunos la quieren encerrar. Hoy necesitamos testigos valientes y alegres. La fe a veces parece marginada, el testimonio cristiano es cuestionado, y no pocas veces se nos invita a llevarlo al ámbito privado. La fuerza, para ser profesor de religión, no vendrá de los números ni de los reconocimientos sociales, sino del Espíritu que os sostiene. Vendrá de vivir la fe que anunciáis en vuestra propia vida.

Fijaos en el modo en que Jesús envía a sus discípulos: no con armas ni con poder, no con estrategias humanas, sino con el Espíritu Santo. “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20, 22). Él es la fuerza que transforma corazones y la valentía que sostiene la misión. Por eso, vuestra tarea en la escuela no depende sólo de vuestras capacidades pedagógicas —que son muchas y valiosas—, sino sobre todo de la acción del Espíritu que os acompaña y os precede.

La misión que hoy recibís no es simplemente enseñar una asignatura. Es participar en el mismo envío de Cristo: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn. 20, 21). Esto significa que no vais por cuenta propia, sino en nombre de Cristo y de la Iglesia. No sois funcionarios de un sistema, sino testigos de una Buena Noticia. Vuestra labor es acompañar a los alumnos en sus preguntas, en sus dudas, y mostrarles que la fe cristiana no es un peso, sino un don; no es una imposición, sino una propuesta de libertad y de alegría.

Al final de la misa os entregaré la “Misión canónica”. Recordad que no vais en nombre de Cristo y de la Iglesia de Navarra. Él os hace sus enviados. Y como María, la primera discípula misionera, responded con generosidad: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38). Queridos profesores, gracias por vuestra entrega. No es fácil ser testigos en medio de un mundo plural y a veces indiferente. Pero no olvidéis que, igual que los discípulos, no estáis solos. Cristo resucitado se hace presente en medio de vosotros, os regala su paz, os llena con su Espíritu y os envía.

Que el Señor bendiga a cada uno de vosotros, a vuestras familias, y a través de vuestra misión bendiga también a toda la escuela pública de Navarra, a vuestros alumnos, y que en ellos crezca la semilla de libertad, fraternidad y vida nueva.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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