«La labor pastoral y la educativa están intrínsecamente unidas»

Fernando García Sánchez, nuevo Provincial de la Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor, visitó el colegio de los Salesianos en Sarriguren. Aprovechamos esta visita para charlar con él sobre su cargo, sus funciones y su visión de la actualidad.

Recientemente el Rector Mayor de los Salesianos le nombró nuevo Provincial de la Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor. ¿Cómo asume este cargo de tanta responsabilidad?
La propuesta me la hizo en el mes de enero. Me llamó y me comentó que el Consejo General había pensado en que hiciera yo ese servicio. Fue el momento en el que tuve que decir sí o no. Y dije que sí con un sentido de responsabilidad a mi vocación, confiado en que Dios, que me llamó a ser Salesiano, me ha guiado en los diferentes servicios que he desempeñando. Y ahora me pide este servicio. En definitiva es encarnar, de alguna forma, la paternidad de Don Bosco. Nosotros queremos que nuestras presencias sean, sobre todo, casas. Y la figura del Inspector, en el conjunto de la comunidad inspectorial, así como el Director en el conjunto de la casa local, tiene que intentar guiar, orientar y acompañar para cuidar ese ambiente de familia. Y asumo este cargo con sentido de responsabilidad, confiando y sabiendo que esto no es una tarea individual, sino que es una tarea que se hace en equipo, en comunión. Lo que vas haciendo es fundamentalmente trabajar con personas para ir caminando en la misma dirección, para llevar a cabo el servicio pastoral de educación de los jóvenes. Ciertamente empecé en un momento muy complicado. A principios de abril fue oficialmente el relevo. Y empecé a trabajar en un ambiente complicado por causa de la pandemia.

¿Cuáles son las principales funciones de un Provincial de la Inspectoría?
La Congregación está organizada según el pensamiento de Don Bosco, con ese clima de familia, en el que el rector Mayor es el sucesor de Don Bosco y por lo tanto el Padre, la cabeza de la congregación en el mundo. Luego estamos distribuidos en inspectorías. Nuestra inspectoría, que se llama Santiago el Mayor, tiene su sede en Madrid y agrupa a 51 casas distribuidas en 9 Comunidades Autónomas. Y dentro de la inspectoría, cada una de las casas tiene su director.
Mi tarea es llevar adelante el proyecto inspectorial de animación y gobierno y hacer caminar, juntos a toda la familia Salesiana, el proyecto educativo-pastoral que tenemos fijado para nuestras casas.

El anterior inspector, Juan Carlos Pérez Godoy, ¿le ha podido dar algún consejo?
Soy afortunado porque he estado 6 años con él como miembro del Consejo Inspectorial y hemos compartido equipo. También estuve con él durante el Capítulo General que celebramos en Turín y compartimos un mes entero en el confinamiento, por lo que hemos tenido tiempo para charlar mucho y poder conocernos y ver la situación de los hermanos.
El me dijo: “Siéntete muy libre”. El consejo es el de cuidado de las personas. Lo nuestro no es una tarea personal. No es que tenga un proyecto que realizar, sino que yo me sumo a un recorrido, a un barco que ya está navegando. El cuidado de las personas, en este tiempo que estamos viviendo, es, si cabe, más importante. Tenemos que cuidar, dejarnos cuidar y ayudar a educar la mirada de tantos jóvenes. Creo que Dios nos está hablando en las circunstancias de la vida, también en las dolorosas, y necesitamos educar la mirada porque si no nos quedamos con el titular del periódico, con el comentario de facebook, con la crispación social y necesitamos ayudar a educar y a cuidar.

¿En qué consiste la visita que realiza a Salesianos Pamplona?
Uno de los momentos privilegiados que tiene el insperctor a la hora de poder realizar su trabajo es la visita canónica o visita inspectorial. Es una vista oficial, en la cual hay que dejar un acta, que se realiza anualmente a todas las comunidades. Se puede hacer personalmente o a través de un delegado. En este caso yo he preferido hacerlas personalmente. Se habla con cada uno de los hermanos religiosos para poder conocer el momento en el que se encuentran. Se habla con los seglares que tienen cargos de responsabilidad en nuestras obras. Se tienen intervenciones en grupos, momentos privilegiados y significativos en los cuales escuchas para comprender, conoces mejor las realidades de las casas y ayudas a la comunión y a trabajar juntos. Al final se marcan unas líneas de trabajo que se revisarán al año siguiente, cuando se vuelva a hacer la visita.

En España hay existen dos Inspectorías salesianas, la de Santiago el Mayor, que es la que usted asume, y la de María Auxiliadora. Cuéntenos cómo se reparten estas Inspectorías.
Hace seis años tuvimos una restructuración del territorio, de unificación, porque antes había 6 Inspectorías. Fruto de esa reunificación nació nuestra Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor, con sede en Madrid, y formada por las Casas Salesianas ubicadas en las Comunidades Autónomas de Asturias, Cantabria, Castilla La Mancha, Castilla y León, Galicia, La Rioja, Madrid, Navarra y País Vasco.
La otra inspectoría, la de María Auxiliadora, tiene su sede en Sevilla y aglutina al resto de comunidades autónomas.
Entre las dos Inspectorías también hay algunos momentos de compartir caminos, pero tanto a nivel jurídico como a nivel canónico somos independientes.

¿Cómo ve el futuro de los Salesianos en España?
Nosotros nacimos con un concepto de familia salesiana muy grande. Cuando Don Bosco fundó la congregación tenía ya un gran número de colaboradores con los cuales él quería seguir haciendo posible lo que se llamaba entonces la obra de los oratorios, que era ese primer movimiento por la salvación de los jóvenes, a los cuales se les intentaba dar una educación integral en todos los aspectos de su vida. Digo esto porque yo creo que los Salesianos, religiosos, consagrados, a lo largo de los años, hemos sido capaces de inculcar este espíritu de Don Bosco, este carisma nuestro a muchas personas que tienen también otras opciones vocacionales. Algunos con opciones vocacionales concretas como la Asociación de Salesianos Cooperadores y otros, aunque no tengan opciones vocacionales de pertenencia a un grupo específico, con una gran simpatía, amistad y cercanía.
El fututo es de una misión compartida, no solo por escasez de número, sino porque nacimos desde una misión compartida. Nacimos con la idea de Don Bosco de que fuéramos un gran grupo de personas encaminas a esa labor de educación y evangelización de los jóvenes. Evidentemente el reto vocacional específico para ser religioso, para ser Salesiano, sigue siendo un reto indispensable y fundamental en nuestras casas. Esa es una de mis preocupaciones, como de las de mis hermanos, y tenemos que ser capaces de encontrar, como dice el Papa Francisco, los modos adecuados de saciar la sed de Dios que hay en mucha gente. Ojalá seamos capaces de llegar al corazón de los jóvenes, para que se pregunten qué es lo que Dios les está pidiendo en su vida. Y lo seguiremos intentando con el testimonio alegre de nuestra vocación.

¿Cómo compatibilizan el trabajo educativo con la labor pastoral a la que Don Bosco daba tanta importancia?
La labor pastoral y la labor educativa están intrínsecamente unidas. Nosotros tenemos un carisma educativo, pero el carisma educativo no significa dar clases. El carisma educativo significa que entendemos los procesos de forma educativa. Es educativa la manera de relacionarnos con las personas, es educativa la manera de evangelizar, es educativa la manera de programar y presentar un proceso de acompañamiento… La evangelización no puede no ser educativa o pedagógica. Una educación que olvide la trascendencia y olvide que estamos llamados a ser servidores del Evangelio y anunciadores del Dios de la vida es una educación laica, que no corresponde a nuestra llamada vocacional. Por tanto, no concibo separar la pastoral de la educación. La pastoral es la orientación que tiene que tener nuestra presentación en la sociedad de manera educativa.

¿Cómo son los jóvenes de hoy en día? ¿En qué se diferencian de los que conoció Don Bosco?
El pluralismo es tan grande que no podemos generalizar. Hoy día la sociedad es tan plural que resulta difícil utilizar una categoría genérica y decir que los jóvenes son de esta manera o son de otra.
Sí que es cierto que la sociedad ha ido respondiendo a una serie de elementos que nos retan como educadores, pero también es cierto que esta pandemia nos ha puesto patas arriba la sociedad. Para nadie es un engaño afirmar que vivimos en una sociedad muy individualista, en una sociedad del mercado, donde todos parece que se compra y se vende, en una sociedad que busca la comodidad persona, una sociedad donde el sentido crítico se ve cada vez más limitado, donde el exceso de información no siempre es una información auténtica. Todo esto lo estamos viviendo y todo esto afecta a nuestros jóvenes que viven en una cultura del ocio, de lo inmediato, donde la reflexión pierde campo… Todo esto está en la cultura juvenil, pero no podemos generalizar, porque de igual modo tenemos jóvenes muy comprometidos, que responden al voluntariado, igual no hasta el punto de hacerlo opciones de vida, pero muy sensibles a la hora de hacer cosas por los demás.
Yo creo que ante esta realidad tenemos el reto educativo. A mí me ha llamado mucho la atención que en el mes de agosto, algunas empresas de comunicación, que durante décadas han promocionado series juveniles en las que se les decía que tenían que hacer lo que les diera la gana, divertiros sin límite, no hagáis caso a la autoridad de los padres, etc., se llevan las manos a la cabeza porque hay una pandemia y los jóvenes salen de botellón. Si estamos promocionando una serie de cosas, una serie de conductas, como pretendes que ahora sean responsables de un modo inmediato. Ante esta realidad necesitamos pedagogía, necesitamos que los jóvenes sean los protagonistas. Y esto es una de las intuiciones que tuvo Don Bosco. Don Bosco consiguió que los jóvenes se sintieran queridos y fueran protagonistas de su vida. Los jóvenes no eran destinatarios de servicios sociales, él sabía involucrarlos para que los jóvenes, que muchos venían de situaciones muy desfavorecidas, lucharan por lo que querían. Creo que estos dos elementos siguen con la misma fuerza que en el siglo XIX. Los jóvenes necesitan sentirse queridos y necesitan ver que hay gente que cree en ellos.

Si tuviera que destacar algo de los Salesianos ¿Qué sería?
Sin duda la cercanía. Hemos hecho una pregunta a los jóvenes, ya que el Capítulo se llamaba “¿Qué es Salesianos para los jóvenes de hoy?” y mayoritariamente nos han dicho que lo que valoran de los Salesianos, y nos piden que sigamos haciéndolo, es la cercanía, la presencia, el afecto, el cariño, la acogida. Evidentemente nos habremos equivocado con mucha gente y habremos hecho muchas cosas mal, pero creo que también hemos tenido mucha dedicación y cercanía y esperemos que esto lo sigamos haciendo.

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