Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló el pasado 20 de julio, en Funes, con motivo de la Concentración de Auroros de Navarra
Queridos auroros venidos de todos los rincones de Navarra hasta Funes. Hoy el canto de las auroras nos ha traído hasta aquí. Funes es hoy un lugar de encuentro, de canto y de fe. No es solo una concentración musical, sino también una presencia de la Iglesia de Navarra, que expresa su fe y devoción a través del canto de la aurora. Nosotros somos hoy la imagen de la Iglesia viva y canta y camina, y que se manifiesta públicamente.
Amanecer es volver a empezar. Cada día que amanece es una oportunidad que nos da el Señor, de comenzar de nuevo, de intentarlo de nuevo. Los auroros y el amanecer caminan juntos. Inclusive, antes que amanezca, cuando el silencio cubre aún las calles, suena el canto de los auroros. Ese canto despierta la memoria cristiana de nuestros pueblos, llama a la oración, rompe el ritmo acelerado del mundo moderno para recordarnos que el día comienza con Dios. Los auroros llegáis a todos, creyentes y no creyentes. Es una música, un canto aceptado y querido por todos. Es una música agradable. Vuestros cantos en la aurora, por las calles, dan vida a pueblos grandes y pequeños. Son evangelio andante, es predicación musicalizada, es fe armoniosa. Una fe cantada que despierta a los pueblos y a las almas. Una fe que con el canto es doble, porque como nos dice San Agustín, “quien canta, reza dos veces”.
En una sociedad en que cada vez cuesta más vivir la fe públicamente, vosotros, los auroros, sois ejemplo de una fe en la calle, de una fe que se pasea por el pueblo. ¡Cuántas veces hemos escuchado al papa Francisco hablarnos de una Iglesia que “salga a la calle”! Testimoniáis la fe por las calles del pueblo, por las plazas. Es un signo que la Iglesia está viva, que la fe está instalada en el pueblo. Es lo que hoy la Iglesia necesita sacar la fe de las Iglesias y llevarla a las calles. Y vosotros, a través del canto de las auroras manifestáis ante la gente, ante la sociedad vuestra fe, que sois creyentes, y lo hacéis cantando, que lo hace todavía más agradable, lo hacéis en la calle. Esta mañana, al llegar a Funes, he presenciado una estampa muy bonita, como era el ver a diferentes grupos de auroros cantar por la calle. Estabais evangelizando, sin complejo, con naturalidad, anunciando el evangelio, cantando a la Virgen.
La concentración de auroros nos habla de acogida, de fraternidad y de encuentro con el Señor. Hoy Funes nos acoge, se convierte en nuestra casa y el pueblo en nuestra familia. Hoy todos nos sentimos en casa y eso también es evangelio, es fe. Pero también esta concentración nos habla de fraternidad. El canto de la aurora nos hace más próximos, más cercanos, nos hace hermanos. Nos alegramos cuando vemos otro grupo de auroros, cantamos con ellos, nos interesamos por ellos, es vivir la fraternidad a través de la música. Pero también esta concentración supone encuentro con el Señor. Somos iglesia de Navarra que peregrina cantando para encontrarse con el Señor, porque nuestras auroras nos hablan de Dios y de la Virgen. La aurora hace milagros, personas que nos cruzamos por Navarra y no nos decimos nada, la aurora nos habla de casa, de fraternidad y de Dios.
En el evangelio hemos escuchado una escena entre dos mujeres, Marta y María, las hermanas de Lázaro. Marta se enfada porque María no le ayuda, y Jesús le dice que María ha elegido la mejor parte, que es estar escuchando a Jesús. A vosotros auroros también os digo que habéis elegido la mejor parte, porque ser auroros es estar junto a Dios, es anunciar a Dios a través de la música, y eso es algo muy bonito. Mucha gente piensa que habéis elegido la mejor parte porque os veo en casi todos los pueblos de Navarra, animando auroras, rosarios, celebraciones, dando vida a las calles y plazas. Sois un rostro amable de la Iglesia, sois un rostro cercano y familiar.
En nombre de la Iglesia de Navarra os doy las gracias. Gracias por vuestra fidelidad, gracias por poner vuestra voz, vuestro tiempo y vuestro corazón al servicio del Evangelio. Porque sin vuestra voz, Navarra sería menos Iglesia. Porque cada grupo de auroros es la iglesia diocesana que se hace presente en un pueblo, en una calle, en una fiesta. En cada canto mantenéis encendida la llama de la fe, la devoción a María. En una Navarra de muchos pueblos pequeños, donde las iglesias se vacían, vuestros cantos mantienen viva la fe en los pueblos, restauran devociones perdidas y olvidadas. Vosotros sois vida de fe hecha música, y la iglesia de Navarra os lo agradece, pero además también os digo que nuestra iglesia os necesita. Os necesitamos para que sigáis cantando, para que sigáis anunciando el evangelio a través del canto de la aurora.
Queridos auroros, la Virgen que tanto amáis y cantáis os sonríe también, bajo la advocación de la Virgen de Portegado, madre de Funes y madre de todos. Que os acompañe siempre en vuestros caminos Que nunca falten auroras, ni auroros, que nos recuerden que Dios siempre está amaneciendo. No dejemos que este canto se apague. No dejemos que la fe se silencie. Que cada canto sea un paso más en el camino hacia Dios. Y que allá donde se escuche vuestra voz, resuene también la voz de Cristo que sigue diciendo: “No temáis. Yo estoy con vosotros.”
Feliz día de la concentración de auroros
+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela