150 años de la fundación de las Josefinas

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 23 de septiembre, en el convento de las Josefinas del barrio de la Magdalena de Pamplona, con motivo de los 150 años de vida de la congregación de las Hijas de San José.


Esta tarde sentimos alegría y gratitud con las Hijas de San José, las madres Josefinas. Cumplen 150 años de la fundación de su Congregación. Es una larga historia de compromiso y entrega, especialmente por los más pobres. Pero también es momento de gratitud, de agradecer la presencia de Dios en esta familia religiosa. Aquí Dios ha estado desde su fundación, los proyectos humanos son caducos, los proyectos de Dios, infinitos.

Isabel de Maranges y Valls nació en La Bisbal (Gerona- España) probó fortuna en las Escolapias, pero por falta de salud no continuó. En ese momento su director espiritual y fundador, el jesuita P. Francisco Butinyà, catalán, nacido en Gerona, buscaba una joven que pudiese dirigir a un grupo de jóvenes obreras con quienes había formado una comunidad. En el momento de la fundación el P. Butinyà les recordaba, que el Señor se vale de lo pequeño, de lo débil, para grandes empresas. Durante 150 años las Hijas de San José han engrandecido el servicio a la Iglesia enseñando, educando y promocionando a las personas necesitadas, en medio de oscuridades, dificultades y también errores.

El carisma que las Hijas de San José encarnan se resume en tres palabras que son profundamente evangélicas: trabajo, sencillez y servicio. Se miran en San José, patrono y modelo, que fue un hombre justo, trabajador, fiel a la voluntad de Dios. En él se inspiran las religiosas josefinas para vivir una espiritualidad del día a día, en lo ordinario, y en lo escondido.

Uno de los grandes frutos de este carisma ha sido la inmensa obra educativa y social que las Hermanas han desarrollado en estos 150 años. Han abierto escuelas, hogares, talleres, y han acompañado comunidades enteras con un estilo educativo profundamente humano y cristiano. No se trata solo de transmitir conocimientos, sino de formar corazones, abrir horizontes, despertar la dignidad de cada persona. Allí donde una Hija de San José ha trabajado, ha quedado la huella de una educación que evangeliza, que transforma, que construye futuro. También en el ámbito social, las Hermanas han sabido acercarse a los más pobres, a los que el mundo olvida, llevando no solo pan y ayuda material, sino sobre todo cercanía, esperanza y ternura.

La primera lectura nos habla de que Dios está detrás de cada acción y obra humana. David quería construir un templo a Dios, pero le responde que será el mismo Dios quien construya una casa para David.  Hoy, al celebrar los 150 años de las Hijas de San José, reconocemos que no se trata solo de la iniciativa de hombres o mujeres, sino de una historia tejida por la providencia. Fue Dios quien inspiró a Isabel de Maranges y Valls y al P. Francisco Butinyà para fundar esta familia religiosa, y ha sido Dios quien ha sostenido a lo largo de los años cada paso, cada hermana que ha entregado su vida en silencio y fidelidad. Esta presencia de Dios en las hermanas josefinas ha hecho que la congregación llegue hasta nuestros días. Si hubiese sido solo cosa de Isabel de Maranges y Valls y del P. Francisco Butinyà, seguramente hoy no estaríamos aquí. Por eso esta celebración es agradecimiento a Dios por acompañar el caminar de las Hijas de San José. La promesa de Dios a David es esperanzadora, pues terminaba con estas palabras: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre en mi presencia”. Hoy confiamos que la casa espiritual que Dios ha levantado en las Hijas de San José seguirá firme en el futuro.

El evangelio que hemos proclamado nos habla de José, el esposo de María, el hombre justo que acogió el plan de Dios en silencio y obediencia. José no pronuncia palabras en los evangelios, pero su vida entera habla. Es custodio, trabajador, padre que se fía de Dios. La congregación de las josefinas hace honor al nombre y vida de San José.  Su vida nos enseña que la fidelidad no siempre está en lo extraordinario, sino en el trabajo diario, en la obediencia serena, en la confianza callada, en lo sencillo y en lo oculto.

Hoy, Isabel de Maranges y Valls y el P. Francisco Butinyà nos recuerdan que la fe no se vive al margen de la vida real, sino en medio de los acontecimientos de cada día. Nos invitan a descubrir que el evangelio se encarna en nuestras manos, en nuestro esfuerzo. En un mundo que muchas veces desprecia lo sencillo y valora solo lo espectacular, la vida de los fundadores nos invita a redescubrir la grandeza de lo humilde, la dignidad del trabajador, la santidad que se esconde en el compromiso silencioso.

Como Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela quiero decir a las Josefinas gracias por vuestra presencia en Navarra, según he leído lleváis desde 1895, eso hace 130 años. Gracias por acoger y acompañar a niñas huérfanas y desamparadas. Acogisteis al mismo Cristo huérfano y desamparado. Como San José lo hicisteis en silencio, en lo sencillo, en lo cotidiano.

Que esta conmemoración de 150 años sea un impulso para todos: para las Hermanas, en la fidelidad a su carisma; y para nosotros, en la decisión de seguir sus huellas, viviendo como José en Nazaret, trabajando con amor, sirviendo con alegría y confiando siempre en la promesa de Dios. Que las Hijas de San José sigan siendo luz y levadura en la Iglesia, educando y acompañando a los más vulnerables. Y que nosotros, que asistimos a esta celebración, aprendamos a vivir como en Nazaret: unidos en el trabajo, en la oración y en el amor fraterno.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

Scroll al inicio
Navarra
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.