La fe en la Eucaristía llena las calles de Pamplona en el Año de la Esperanza

Pamplona vivió el pasado domingo una multitudinaria y emotiva procesión del Corpus Christi bajo un sol de justicia. A las doce del mediodía, con 29 grados marcando el termómetro, el Santísimo Sacramento del Altar salió de la Catedral arropado por cientos de fieles que, buscando la sombra de las calles del Casco Viejo, acompañaron el recorrido con devoción.
Abrían la comitiva los Danzantes de San Lorenzo, el zaldiko y el macero de la Catedral, seguidos de parroquias, cofradías y asociaciones religiosas. Niños y niñas que este año hicieron su primera comunión participaron con entusiasmo, entre pétalos y hierba fresca que cubrían el camino. Portaban la carroza los miembros de la Hermandad de la Pasión, y tras ella, el clero, el arzobispo Florencio Roselló y el Cabildo. Cerraba la banda de música de la Hermandad. Tres altares presenciaron el paso del Santísimo: el primero, junto a la Virgen del Camino en San Cernin; el segundo, el más solemne, frente a San Fermín en San Lorenzo, donde el tenor Eduardo Solano interpretó el Panis Angélicus; y el tercero, junto a la Virgen del Pilar en San Nicolás.
En la misa previa celebrada en la Catedral, el arzobispo Roselló recordó que “la Eucaristía nos impulsa a la caridad, a la justicia, a la reconciliación”. Apeló a la responsabilidad de los cristianos ante el hambre, la pobreza y los migrantes, preguntando con fuerza: “¿Qué es antes, la persona o el papel?”. Bajo el lema “Mientras haya personas, hay esperanza”, animó a vivir la fe como compromiso: “Cada vez que comulgamos, nos comprometemos con los demás”. La procesión fue más que una expresión piadosa: un signo vivo de que Jesús camina con su pueblo.